5 de junio de 1921. España asiste con cierto sopor a la escalada de violencia colonial que culminará en el famoso desastre de Annual. La situación, como cabía esperar, resuena como un eco aún más lejano en la Galicia rural, donde los últimos días de la primavera no conocen más revolución que los esporádicos chubascos. Sin embargo, el apacible lugar de “A Cibdade”, situado en la ribera norte del río Limia, recibe una poco habitual visita. En esta ocasión no acuden a remover la tierra solamente los vecinos de Portoquintela o Baños de Bande, sino que se aproximan además cuatro figuras particularmente bien vestidas. Se trata de los ourensanos Ramón Otero Pedrayo, Florentino López Cuevillas y Vicente Risco, destacados intelectuales galleguistas, quienes se aproximan en compañía del abogado Farruco Pena, natural del municipio de Bande.
El mal tiempo no los hace desistir de su empeño y, al final de la jornada, la cata abierta por los lugareños había dejado al descubierto un muro de buen aparejo y algunos restos cerámicos. Al parecer, la tónica general en el lugar, pero suficiente como para que en el número 5 de la revista Nós los intelectuales aventurasen encontrarse ante las ruinas de la mansio “Aquis Querquennis” referida por el Itinerario de Antonino.
Un nueva visita apenas unos meses después (09/10/1921), permitirá incluso elevar estas optimistas expectativas. Mediante la apertura de una “zanja” de mayor tamaño se hallará una imponente muralla. Esto, unido a la gran extensión en la que se documentaban evidencias arqueológicas, llevará a Cuevillas a asegurar en un nuevo número de la afamada revista que nos hallábamos ante una ciudad “romana ou celto-romana”. Desde entonces, el yacimiento pasará a formar parte de los habituales catálogos eruditos de la época e incluso será visitado durante el «tour” que la Comisión Provincial de Monumentos Históricos y Artísticos de Orense efectúe por esta zona en 1935.
Sin embargo, no se producirán nuevas intervenciones arqueológicas durante estos años. El estallido de la Guerra Civil (1936-39) dificultó cualquier empresa en este sentido. Por un lado, tras la guerra se produjo la desarticulación de las elites intelectuales gallegas; por otro, asistimos a un nuevo escenario en el que diferentes políticas y necesidades se sobrepusieron a los intereses cultural, ecológico o patrimonial. Como sucedió en otros muchos sitios, entre los planes del gobierno franquista se contemplaba la construcción de un embalse en As Conchas y el anegamiento de buena parte del valle del río Limia.
En 1948 el pueblo de Baños de Bande se encontraba ya bajo las aguas. Sus habitantes habían sido reubicados en instalaciones provisionales y una corriente de expropiaciones, repartos y reparcelaciones de tierras había sacudido la región. La revisión de las Series A (1945-46) y B (1956-57) del Vuelo Americano nos permite comprobar la magnitud física de estos cambios, pero no solo este espacio se vio alterado: de la noche a la mañana se dinamitaron las dinámicas socioculturales de un buen número de comunidades rurales.
Por lo que respecta al patrimonio arqueológico, las aguas del embalse cubrieron por completo el yacimiento de “A Cibdade”, así como buena parte del trazado de la antigua vía Nova (o XVIII) que unía Braga y Astorga. Además, a escasos metros de As Conchas se encontraba A Pontepedriña, un antiguo puente romano fuente de una rica tradición oral. La estructura había sido declarada Monumento Histórico-Artístico y restaurada en 1944, pero ello no impidió su destrucción. Y después, el silencio. El tiempo se encargó ir difuminando las cicatrices todavía visibles en el territorio hacia 1956 y poco a poco el rico patrimonio arqueológico local cayó en el olvido.
No será hasta 1975 que se retomen las excavaciones arqueológicas en “A Cibdade”. Bajo la dirección de A. Rodríguez Colmenero, F. Herves Raigoso y S. Ferrer Sierra las intervenciones se han prolongado hasta la actualidad. Sabemos hoy que en Bande existió un fuerte romano de época altoimperial –el mejor conocido de toda la península ibérica-, así como un importante núcleo civil. Se trata, con todo, de trabajos no exentos de cierto riesgo e incomodidad, pues dependen en buena medida del nivel de las aguas del embalse. Las fotografías aéreas recientes muestran con claridad este hecho.
Pese a que la Fundación Aquae Querquennae-Via Nova ha desarrollado una importante labor en la conservación y puesta en valor de los restos arqueológicos de la zona, la existencia del embalse dificulta cualquier intento por desarrollar un proyecto ambicioso para el conocimiento del paisaje arqueológico en su conjunto. Además, monumentos como el de Pontepedriña se encuentran prácticamente arrasados y las iniciativas para su recuperación se han saldado en fracaso. Afortunadamente, otros interesantes sitios arqueológicos del entorno, como los vecinos castros de Lobosandaus o Rubiás, no se han visto afectados por este proceso y podrían ayudarnos enormemente a comprender las transformaciones vividas en la región con la llegada de las tropas romanas.